miércoles, 8 de marzo de 2017

Estudiantes desencantados y pasividad política

El título de esta entrada resume justamente los resultados del estudio realizado por los estudiantes de la Universidad Complutense de Madrid sobre la situación de las becas universitarias en Madrid.


La sensación general, de aquellos afortunados que reciben ayudas para el estudio (70%) es que no llegan a fin de mes, están tensos, a la espera de conocer de cuánto dinero van a disponer para poder seguir estudiando mientras hacen malabares con las facturas, el alquiler, los estudios e incluso trabajos. Lo que sea necesario para poder superar cuatro años de carrera que lejos de ser una experiencia de aprendizaje y disfrute, puede llevar a muchos estudiantes a sobrevivir en condiciones precarias para pagar sus matrículas.


En el bando de los que no cumplen los requisitos impuestos por el Ministerio de Educación, se percibe una falta de amparo, una dependencia total de las familias, quienes han de cargar con los gastos que supone mantener a un hijo o hija en la Universidad.
Facultad de Bellas Artes de la UCM. Wikimedi

Además, gran parte de los estudiantes no creen que su situación forme parte justa del debate político (86,3%) y quizás por esa falta de defensa de la educación pública en el Congreso, consideran que el sistema de becas nacional puede mejorarse (26,8%) con medidas como aumentar las cuantías o atender a las necesidades de cada caso concreto.


Pero el dato más preocupante es que más de la mitad de universitarios conocen a alguien que, por la falta de ayudas, ha tenido que abandonar sus estudios (57,9%). Se trata de una cifra desalentadora que dibuja una generación exasperada, superada por las circunstancias socioeconómicas que se ve privada de algo tan básico como la formación.

El pasado jueves, Barcelona fue testigo de la frustración que causa está situación en los jóvenes. Unas 4.000 personas marcharon en contra de los desorbitados precios de la Universidad pública. "Que pague rita", gritaron los catalanes pidiendo una rebaja del 30% de las tasas que prometió la Generalitat. Esta semana, le toca a todos los estudiantes, padres y profesores hacer que la tercera huelga educativa que convoca a los tres colectivos sea un éxito.

No puede permitirse que la Universidad vuelva a convertirse en una entidad elitista, sólo al alcance de aquellos con la suerte de haber nacido en una familia privilegiada. La Universidad ha de ser la herramienta que asegure una sociedad cercana a la equidad, que permita la movilidad social y la igualdad de oportunidades. La situación económica de los estudiantes ha de conseguir su hueco en la agenda política, crear un espacio de debate en el que toda la comunidad universitaria pueda estar representada y comunicar las necesidades estudiantiles.

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